DECENIO 2010

<b>DECENIO 2010</b>

EL TIEMPO FLUYE A NUESTRO FAVOR

UNA DÉCADA QUE NO DEJAREMOS PASAR...


domingo, 3 de enero de 2010

Del capitalismo como "sistema parásito"


"Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad impulsada a crédito y consumo", afirma el sociólogo polaco. Para el autor de Modernidad líquida gobiernos e instituciones han aprendido muy poco de la crisis económica reciente: la respuesta a la quiebra fue endeudarse aun más.

Por: Zygmunt Bauman

WALL STREET, octubre de 2008. Pérdidas millonarias y caras de preocupación ganaron los mercados internacionales.


Tal como el reciente "tsunami financiero" demostró a millones de personas que creían en los mercados capitalistas y en la banca capitalista como métodos evidentes para la resolución exitosa de problemas, el capitalismo se especializa en la creación de problemas, no en su resolución.


Al igual que los sistemas de los números naturales del famoso teorema de Kurt Gödel, el capitalismo no puede ser al mismo tiempo coherente y completo. Si es coherente con sus propios principios, surgen problemas que no puede abordar; y si trata de resolverlos, no puede hacerlo sin caer en la falta de coherencia con sus propias premisas. Mucho antes de que Gödel escribiera su teorema, Rosa Luxemburgo publicó su estudio sobre la "acumulación capitalista" en el que sugería que el capitalismo no puede sobrevivir sin economías "no capitalistas"; puede proceder según sus principios siempre cuando haya "territorios vírgenes" abiertos a la expansión y la explotación, si bien cuando los conquista con fines de explotación, el capitalismo los priva de su virginidad precapitalista y de esa forma agota las reservas que lo nutren. En buena medida es como una serpiente que se devora la cola: en un primer momento la comida abunda, pero pronto se hace cada vez más difícil de tragar, y poco después no queda nada que comer ni tampoco quien lo coma...

El capitalismo es en esencia un sistema parásito. Como todos los parásitos, puede prosperar un tiempo una vez que encuentra el organismo aún no explotado del que pueda alimentarse, pero no puede hacerlo sin dañar al anfitrión ni sin destruir tarde o temprano las condiciones de su prosperidad o hasta de su propia supervivencia.

Rosa Luxemburgo, que escribió en una era de imperialismo rampante y conquista territorial, no pudo prever que las tierras premodernas de continentes exóticos no eran los únicos posibles "anfitriones" de los que el capitalismo podía alimentarse para prolongar su vida e iniciar sucesivos ciclos de prosperidad. El capitalismo reveló desde entonces su asombroso ingenio para buscar y encontrar nuevas especies de anfitriones cada vez que la especie explotada con anterioridad se debilitaba. Una vez que anexó todas las tierras vírgenes "precapitalistas", el capitalismo inventó la "virginidad secundaria". Millones de hombres y mujeres que se dedicaban a ahorrar en lugar de a vivir del crédito fueron transformados con astucia en uno de esos territorios vírgenes aún no explotados.

La introducción de las tarjetas de crédito fue el indicio de lo que se avecinaba. Las tarjetas de crédito habían hecho irrupción en el mercado con una consigna elocuente y seductora: "elimine la espera para concretar el deseo". ¿Se desea algo pero no se ahorró lo suficiente para pagarlo? Bueno, en los viejos tiempos, que por fortuna ya quedaron atrás, había que postergar las satisfacciones (esa postergación, según Max Weber, uno de los padres de la sociología moderna, era el principio que hizo posible el advenimiento del capitalismo moderno): ajustarse el cinturón, negarse otros placeres, gastar de manera prudente y frugal y ahorrar el dinero que se podía apartar con la esperanza de que con el debido cuidado y paciencia se reuniría lo suficiente para concretar los sueños.

Gracias a Dios y a la benevolencia de los bancos, ya no es así. Con una tarjeta de crédito, ese orden se puede invertir: ¡disfrute ahora, pague después! La tarjeta de crédito nos da la libertad de manejar las propias satisfacciones, de obtener las cosas cuando las queremos, no cuando las ganamos y podemos pagarlas.

A los efectos de evitar reducir el efecto de las tarjetas de crédito y del crédito fácil a sólo una ganancia extraordinaria para quienes prestan, la deuda tenía que (¡y lo hizo con gran rapidez!) transformarse en un activo permanente de generación de ganancia. ¿No puede pagar su deuda? No se preocupe: a diferencia de los viejos prestamistas siniestros, ansiosos de recuperar lo que habían prestado en el plazo fijado de antemano, nosotros, los modernos prestamistas amistosos, no pedimos el reembolso de nuestro dinero sino que le ofrecemos darle aun más crédito para devolver la deuda anterior y quedarse con algún dinero adicional (vale decir, deuda) para pagar nuevos placeres. Somos los bancos a los que les gusta decir "sí". Los bancos amistosos. Los bancos sonrientes, como afirmaba uno de los comerciales más ingeniosos.

La trampa del crédito

Lo que ninguno de los comerciales declaraba abiertamente era que en realidad los bancos no querían que sus deudores reembolsaran los préstamos. Si los deudores devolvieran con puntualidad lo prestado, ya no estarían endeudados. Es su deuda (el interés mensual que se paga sobre la misma) lo que los prestamistas modernos amistosos (y de una notable sagacidad) decidieron y lograron reformular como la fuente principal de su ganancia ininterrumpida. Los clientes que devuelven con rapidez el dinero que pidieron son la pesadilla de los prestamistas. La gente que se niega a gastar dinero que no ganó y se abstiene de pedirlo prestado no resulta útil a los prestamistas, así como tampoco las personas que (motivadas por la prudencia o por un sentido anticuado del honor) se apresuran a pagar sus deudas a tiempo. Para beneficio suyo y de sus accionistas, los bancos y proveedores de tarjetas de crédito dependen ahora de un "servicio" ininterrumpido de deudas y no del rápido reembolso de las mismas. Por lo que a ellos concierne, un "deudor ideal" es el que nunca reembolsa el crédito por completo. Se pagan multas si se quiere reembolsar la totalidad de un crédito hipotecario antes del plazo acordado... Hasta la reciente "crisis del crédito", los bancos y emisores de tarjetas de crédito se mostraban más que dispuestos a ofrecer nuevos préstamos a deudores insolventes para cubrir los intereses impagos de créditos anteriores. Una de las principales compañías de tarjetas de crédito de Gran Bretaña se negó hace poco a renovar las tarjetas de los clientes que pagaban la totalidad de su deuda cada mes y, por lo tanto, no incurrían en interés punitorio alguno.

Para resumir, la "crisis del crédito" no fue resultado del fracaso de los bancos. Al contrario, fue un resultado por completo esperable, si bien inesperado, el fruto de su notable éxito: éxito en lo relativo a transformar a la enorme mayoría de los hombres y mujeres, viejos y jóvenes, en un ejército de deudores. Obtuvieron lo que querían conseguir: un ejército de deudores eternos, la autoperpetuación de la situación de "endeudamiento", mientras que se buscan más deudas como la única instancia realista de ahorro a partir de las deudas en que ya se incurrió.

Ingresar a esa situación se hizo más fácil que nunca en la historia de la humanidad, mientras que salir de la misma nunca fue tan difícil. Ya se tentó, sedujo y endeudó a todos aquellos a los que podía convertirse en deudores, así como a millones de otros a los que no se podía ni debía incitar a pedir prestado.

Como en todas las mutaciones anteriores del capitalismo, también esta vez el Estado asistió al establecimiento de nuevos terrenos fértiles para la explotación capitalista: fue a iniciativa del presidente Clinton que se introdujeron en los Estados Unidos las hipotecas subprime auspiciadas por el gobierno para ofrecer crédito para la compra de casas a personas que no tenían medios para reembolsar esos préstamos, y para transformar así en deudores a sectores de la población que hasta el momento habían sido inaccesibles a la explotación mediante el crédito...

Sin embargo, así como la desaparición de la gente descalza significa problemas para la industria del calzado, la desaparición de la gente no endeudada anuncia un desastre para el sector del crédito. La famosa predicción de Rosa Luxemburgo se cumplió una vez más: otra vez el capitalismo estuvo peligrosamente cerca del suicido al conseguir agotar la reserva de nuevos territorios vírgenes para la explotación...

Hasta ahora, la reacción a la "crisis del crédito", por más impresionante y hasta revolucionaria que pueda parecer una vez procesada en los titulares de los medios y las declaraciones de los políticos, fue "más de lo mismo", con la vana esperanza de que las posibilidades vigorizadoras de ganancia y consumo de esa etapa aún no se hayan agotado por completo: un intento de recapitalizar a los prestadores de dinero y de hacer que sus deudores vuelvan a ser dignos de crédito, de modo tal que el negocio de prestar y tomar prestado, de endeudarse y permanecer así, pueda retornar a lo "habitual".

El Estado benefactor para los ricos (que, a diferencia de su homónimo para los pobres, nunca vio cuestionada su racionalidad, y mucho menos interrumpidas sus operaciones) volvió a los salones de exposición tras abandonar las dependencias de servicio a las que se había relegado sus oficinas de forma temporaria para evitar comparaciones envidiosas.

Lo que los bancos no podían obtener –por medio de sus habituales tácticas de tentación y seducción–, lo hizo el Estado mediante la aplicación de su capacidad coercitiva, al obligar a la población a incurrir de forma colectiva en deudas de proporciones que no tenían precedentes: gravando/hipotecando el nivel de vida de generaciones que aún no habían nacido...

Los músculos del Estado, que hacía mucho tiempo que no se usaban con esos fines, volvieron a flexionarse en público, esta vez en aras de la continuación del juego cuyos participantes hacen que esa flexión se considere indignante, pero inevitable; un juego que, curiosamente, no puede soportar que el Estado ejercite sus músculos pero no puede sobrevivir sin ello.

Ahora, centenares de años después de que Rosa Luxemburgo diera a conocer su pensamiento, sabemos que la fuerza del capitalismo reside en su asombroso ingenio para buscar y encontrar nuevas especies de anfitriones cada vez que la especie que se explotó antes se debilita demasiado o muere, así como en la expedición y la velocidad virulentas con que se adapta a las idiosincrasias de sus nuevas pasturas. En el número de noviembre de 2008 de The New York Review of Books (en el artículo "La crisis y qué hacer al respecto"), el inteligente analista y maestro del arte del marketing George Soros presentó el itinerario de las empresas capitalistas como una sucesión de "burbujas" de dimensiones que excedían en mucho su capacidad y explotaban con rapidez una vez que se alcanzaba el límite de su resistencia.

La "crisis del crédito" no marca el fin del capitalismo; sólo el agotamiento de una de sus sucesivas pasturas... La búsqueda de un nuevo prado comenzará pronto, tal como en el pasado, alentada por el Estado capitalista mediante la movilización compulsiva de recursos públicos (por medio de impuestos en lugar de a través de una seducción de mercado que se encuentra temporariamente fuera de operaciones). Se buscarán nuevas "tierras vírgenes" y se intentará por derecha o por izquierda abrirlas a la explotación hasta que sus posibilidades de aumentar las ganancias de accionistas y las bonificaciones de los directores quede a su vez agotada.

Como siempre (como también aprendimos en el siglo XX a partir de una larga serie de descubrimientos matemáticos desde Henri Poincaré hasta Edward Lorenz) un mínimo paso al costado puede llevar a un precipicio y terminar en una catástrofe. Hasta los más pequeños avances pueden desencadenar inundaciones y terminar en diluvio...

Los anuncios de otro "descubrimiento" de una isla desconocida atraen multitudes de aventureros que exceden en mucho las dimensiones del territorio virgen, multitudes que en un abrir y cerrar de ojos tendrían que volver corriendo a sus embarcaciones para huir del inminente desastre, esperando contra toda esperanza que las embarcaciones sigan ahí, intactas, protegidas...

La gran pregunta es en qué momento la lista de tierras disponibles para una "virginización secundaria" se agotará, y las exploraciones, por más frenéticas e ingeniosas que sean, dejarán de generar respiros temporarios. Los mercados, que están dominados por la "mentalidad cazadora" líquida moderna que reemplazó a la actitud de guardabosques premoderna y a la clásica postura moderna de jardinero, seguramente no se van a molestar en plantear esa pregunta, dado que viven de una alegre escapada de caza a otra como otra oportunidad de posponer, no importa qué tan brevemente ni a qué precio, el momento en que se detecte la verdad.

Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad impulsada a crédito y consumo. "El regreso a la normalidad" pronostica un regreso a vías malas y siempre peligrosas. La intención de hacerlo es alarmante: indica que ni la gente que dirige las instituciones financieras, ni nuestros gobiernos, llegaron al fondo del problema con sus diagnósticos, y mucho menos con sus actos.

Parafraseando a Héctor Sants, el director de la Autoridad de Servicios Financieros, que hace poco confesó la existencia de "modelos empresarios mal equipados para sobrevivir al estrés (...), algo que lamentamos", Simon Jenkins, un analista de The Guardian de extraordinaria agudeza, observó que "fue como si un piloto protestara porque su avión vuela bien a excepción de los motores".

© Zygmunt Bauman y Clarín, 2009. Traducción de Joaquín Ibarburu.

viernes, 1 de enero de 2010

La supervivencia de los más buenos




Por Nora Bär

Jueves 31 de diciembre de 2009

Se termina el almanaque, el mundo es un chisporroteo de buenos deseos y volvemos a confiar en un mañana más luminoso. Como cualquiera que tenga acceso a Internet, mi casilla está atiborrada de mensajes de fin de año que encantan: con varios signos de admiración, todos nos desean lo mejor para los próximos 365 días...

Pero incluso en medio de este telar mágico de buenas intenciones que cubre el planeta, y en el que se vuelcan ríos de tinta y megacantidades de bits electrónicos, no podemos dejar de ver más que conflictos a diestra y siniestra.

Entre nosotros, fuera de las circunstancias excepcionales, el altruísmo ?la inclinación a ayudar a otros aún a costa de la propia conveniencia? parece ser, lamentablemente, una flor fugaz.

Thomas Huxley, el "bulldog" de Darwin, definía la vida como una lucha constante que, fuera de los estrechos límites del parentesco, se reduce a una guerra de todos contra todos, tal como Hobbes describía el "estado natural" del ser humano.

Es más, en Qué es el altruísmo (Editorial Katz, 2007), el biólogo norteamericano Lee Alan Dugatkin cuenta que desde Darwin en adelante este comportamiento social resultó tan fascinante para biólogos y etólogos que hasta hubo quienes, como Hill Hamilton, describieron la evolución del altruísmo con una fórmula matemática. Su ecuación tiene sólo tres variables: el costo para el altruísta (c), el beneficio para el receptor (b) y su relación genética (r). La regla de Hamilton establece que la evolución favorece el altruísmo cuando r x b es mayor que c.

En días como éstos, uno más bien desearía que fueran ciertas las teorías que, según Dugatkin, sostenía el zoólogo, geógrafo y príncipe del anarquismo Pyotr Kropotkin, que en su estudio sobre pueblos de Siberia postula que la ayuda mutua es el motor de la evolución.

¡¡Buen año para todos!!

HAU DE NO SAU NEE: LAS TRIBUS PAJARO


El Pájaro de Trueno


Dentro de las tradiciones de los pueblos nativos de América del Norte, "Hau de no sau nee" significa "pueblo que construye". Es el nombre atribuido a una alianza legendaria, conocida también como Pueblo de la Casa Larga, o sea, la Confederación de Seis Naciones Iroquesas formadas por las tribus Mohawks, Oneidas, Onondagas, Cayugas, Senecas y Tuscaroras.

Quienes han investigado y estudiado la cultura y la religión de aquellas tribus embebidas de principios míticos, también las identifican como Tribus Pájaro, el Clan Solar o los Hijos de las Estrellas.

Fueron una vez un pueblo poderoso y pacífico que habitó el noroeste del continente norteamericano. Sus costumbres fueron siempre espirituales: su gobierno y su economía, todo lo que se denominara "Hau de no sau nee" ha tenido profundas raíces no ceñidas al mundo material. Su Gran Ley incluía muchas ideas que fueron absorbidas por quienes redactaron luego la Declaración de Independencia y la Constitución de los Estados Unidos de América que, paradojalmente, fue tomada como referente para la que los argentinos reformamos de tanto en tanto, sin modificar en absoluto nuestras malas costumbres políticas.

Entre los muchos principios elevados de aquellos nativos había un sistema de verificaciones y equilibrios que impedían el ascenso de una jerarquía verticalista, con los conflictos que de ello emana.

Los descendientes actuales de la Confederación de Seis Naciones Iroquesas destacan que "Hau de no sau nee" ha existido en esta tierra desde el comienzo de la memoria humana. Se estima que su cultura está entre las más antiguas de las culturas de existencia continua en el mundo. Y expresan que "Nosotros recordamos todavía los más antiguos hechos de los seres humanos. Recordamos las instrucciones originales de los Creadores de Vida en este lugar que llamamos Etenoha: Madre Tierra. Somos los guardianes espirituales de este lugar, somos los Ongwhehonwhe, que significa fieles a la realidad".

En sus comienzos fueron instruidos para asumir que los seres humanos que caminan sobre la Tierra han sido provistos con todo lo necesario para la vida. Se los instruyó para transferir amor de uno al otro, y para demostrar un gran respeto por todos los seres del mundo. Para ellos, la consciencia espiritual es la forma política más elevada.

Sostienen que "todas las cosas del mundo son reales, cosas materiales. La Creación es un verdadero fenómeno material, y la Creación se manifiesta a nosotros a través de la realidad. El universo espiritual, entonces, se manifiesta al Hombre como la Creación, la Creación que sostiene la vida. Creemos que el hombre es real, una parte de la Creación, y que su deber es sostenerla vida en conjunción con los demás seres. Es por eso que nos denominamos Ongwhehonwhe."

En sus orígenes se descubren las enseñanzas visionarias ofrecidas por Mujer Cría de Búfalo Blanco, y la epopeya de los guerreros Deganawida y Hiawatha para pacificar y unir a las tribus iroquesas, hasta la plantación del Arbol de la Paz que cimenta sus tradiciones más veneradas.

En tal oportunidad se dijo: "Bajo el Arbol de las Largas Hojas, el nuevo árbol que florece en nuestros corazones, no hay sino un dirigente, no hay sino un jefe, Wakan Tanka, el Creador, que resplandece en la luz de toda estrella y arde en el fuego del sol. Recuerda Pueblo Mío, el Gran Espíritu vive en tí. No permitas que la luz del sol disminuya al ceder a otros tu poder".

Los pueblos de las Seis Naciones Iroquesas enterraron sus armas convencidos de que cualquier sociedad dirigida por un solo hombre o por una minoría dominante estaría estructurada según las costumbres de la violencia y seguiría alojada bajo las ramas del Arbol de la Guerra. Creían que la violencia es la raíz de una sociedad jerarquizada, y que tales sociedades jamás conocerían la paz. Sus hombres --decían-- estarán siempre agitados, en guerra, si no con otros pueblos, entre sí.

El setiembre de 1977, descendientes de "Hau de no sau nee"" presentaron tres documentos cruciales a la reunión de Organizaciones No Gubernamentales de las Naciones Unidas celebrada en Ginebra, Suiza. No recibieron la menor atención.

Allí declaraban: "Sentimos que los Pueblos Nativos del Hemisferio Occidental pueden seguir contribuyendo a la supervivencia potencial de la especie humana. La mayoría de nuestra gente todavía vive de acuerdo con las tradiciones que hunden sus raíces en la Madre Tierra. Pero los Pueblos Nativos tienen necesidad de un foro donde su voz pueda ser escuchada. Y precisamos alianzas con otros pueblos del mundo que nos asistan en nuestra pugna para recuperar y mantener nuestras tierras ancestrales y para proteger el Modo de Vida que seguimos".

La tradición oral de las Seis Naciones Iroquesas torna casi imposible penetrar en la dinámica de los mitos y ritos que guían su itinerario germinal por los laberintos de la sociedad industrial contemporánea. Salvo que se decida convivir con ellos y absorber cotidianamente la intensa dimensión de sus visiones pacificadoras.

Las Tribus Pájaro sostuvieron siempre que en los estadios críticos de su evolución, las formas de vida cooperan, por su propio beneficio, con otras distintas. Con el tiempo, pasan de cooperar a quedar unidas, con lo que surge un nuevo organismo. En la creación de formas de vida complejas se repite, una y otra vez, el mismo procedimiento.

De ahí que otro mensaje diga que "esto es análogo a lo que volverá a ocurrir cuando el mundo del siglo XX llegue al momento adecuado para la unión de los seres humanos, orientados hacia lo material y regidos por el ego, con nosotros, sus complementos del mundo del espíritu. Vuestra raza está a punto de experimentar un despertar generalizado o, como lo interpretarán algunos, un copioso descenso de seres de las estrellas".

La Confederación Iroquesa practicó la democracia solidaria durante muchos siglos antes de que la adoptaran y modificaran los colonos norteamericanos sublevados contra la Corona de Gran Bretaña. En gran medida, sus prácticas pacificadoras habían empezado a descomponerse antes del siglo XVIII, si bien el ímpetu remoto de las "raíces blancas de la Paz" nunca abandonó América por más deformaciones socioculturales que se hayan atravesado durante los últimos cinco siglos.

Se afirma que los vientos del conocimiento que soplan entre quienes se encuentran en la vanguardia del pensamiento humano en los albores del siglo XXI son los mismos que agitaron las hojas de los árboles en torno del legendario Hiawatha, los mismos que elevaron el humo de las hogueras de aquel consejo tribal inaugural y lo alzaron en una única espiral para que continúe iluminando el cielo de la consciencia humana.

Por eso proclama el mensaje inmaterial de Deganawida: "Crecerá un nuevo árbol, aún más glorioso que el que hoy dejo entre vosotros. Con ese nuevo amanecer, yo regresaré y bajo la sombra del nuevo árbol viviré con vosotros. Y se nos unirán no sólo las tribus rojas, sino también las blancas del norte, las negras del sur, y las amarillas del este. Las cuatro razas vivirán en armonía bajo las ramas del nuevo árbol. La era que juntos conoceremos será la mejor que nunca ha existido. Todo lo que se había roto volverá a integrarse. Se restablecerá el Aro Sagrado. La caza será abundante y el espíritu de todas las criaturas se regocijará en la armonía de un nuevo orden perfecto. El Gran Espíritu, el propio Pájaro de Trueno, actuará en el interior de todas las razas, vivirá, respirará y creará a través de todos los pueblos de la tierra. Regresarán los creadores originales de la vida, los Alados del cielo, y con ellos llegará a las naciones la paz".


PUNTO DE PARTIDA




PROPUESTA: afirmar sin cesar cada una de nuestras potencialidades...