DECENIO 2010

<b>DECENIO 2010</b>

EL TIEMPO FLUYE A NUESTRO FAVOR

UNA DÉCADA QUE NO DEJAREMOS PASAR...


sábado, 21 de septiembre de 2013

¿Quién nos alimentará?


por SILVIA RIBEIRO *

El tema del hambre y las necesidades alimentarias frente a la creciente población mundial es crucial, pero está atravesado de supuestos equivocados que urge terminar. 

Casi todos los gobiernos y la comunidad internacional que se ocupa del tema alimentario parten de la premisa que necesitamos la cadena industrial y sus tecnologías para alimentarnos, tanto en el presente como para enfrentar los desafíos futuros. Los campesinos y otros pequeños productores de alimentos son vistos como algo casi folclórico: existen, pero son marginales y no juegan un papel importante en la alimentación. Es también la consigna de transnacionales y científicos que son financiadas por ellas: sin semillas industriales y transgénicas, sin monocultivos industriales, maquinarias y gran cantidad de insumos y agrotóxicos, el mundo pasará aún más hambre ante el aumento de población y el caos climático. Sin embargo, los datos duros muestran una realidad inversa: es justamente la cadena industrial, las trasnacionales y sus tecnologías, las que exacerban las crisis y producen más hambre, mientras que las redes campesinas y otros pequeños son quienes alimentan a la mayoría. 

 Frente a las contradicciones entre datos reales y supuestos equivocados que son base de políticas nacionales e internacionales, en el Grupo ETC, que seguimos el tema agrícola y alimentario y sus configuraciones empresariales desde la década de los setenta, decidimos compilar investigaciones de varias décadas y contrastar en un solo documento las realidades de la cadena industrial alimentaria y las redes campesinas. 

Lo sintetizamos en un poster de 6 láminas, que compara ambas realidades contestando 20 preguntas comenzando por ¿quién nos alimenta hoy? y ¿quién nos alimentará en el 2030? El mercado mundial de la alimentación, desde las semillas y la agricultura hasta los supermercados, es desde 2009 el mayor mercado mundial, superando a los energéticos. Siendo además un rubro esencial para la supervivencia, no sorprende que las transnacionales se hayan lanzado agresivamente a controlarlo. 

El proceso no tomó mucho tiempo: en tecnología unos cincuenta años, con la llamada Revolución verde, en nuevas regulaciones para favorecer los oligopolios de mercado, apenas un par de décadas. De Monsanto a Walmart, una veintena de transnacionales controlan ahora la mayor parte de este lucrativo mercado. Que las transnacionales dominen la cadena industrial de producción de alimentos no significa que alimentan a la mayoría. Aunque controlan cerca del 70 por ciento de los recursos agrícolas globales (tierra, agua, insumos), lo que producen solo llega a un 30 por ciento de la población mundial. La mayor parte de los alimentos sigue viniendo de manos campesinas, indígenas, pescadores artesanales, recolectores, huertas barriales y urbanas y otros/otras pequeños, que con apenas 30 por ciento de los recursos agrícolas, alimentan al 70 por ciento de la humanidad. 

 La cadena industrial desperdicia dos terceras partes de su producción de alimentos, devasta suelos y ecosistemas, ocasiona enorme daños a la salud y el ambiente, y pro ella 3 mil 400 millones de personas, la mitad de la población mundial, está mal alimentada: hambrienta, desnutrida u obesa. La red campesina y de pequeños proveedores de alimentos tiene un nivel mínimo de desperdicio, usa y cuida una enorme diversidad de alimentos con mucho mayor contenido nutricional, más saludables y con un impacto ambiental bajo o inexistente. Incluso negativo, porque contrarrestan la devastación causada por la cadena, como en el caso del cambio climático. Esto, aún tomando en cuenta que buena parte de los campesinos usan algún agroquímico. 

 Para proveer ese 30 por ciento de los alimentos, la cadena industrial usa el 70-80 por ciento de la tierra arable, el 80 por ciento de los combustibles fósiles y el 70 por ciento del agua destinados para uso agrícola. Además causa el 44 a 57 por ciento de los gases de efecto invernadero, deforesta 13 millones de hectáreas de bosques y destruye 75 millones de toneladas de cubierta vegetal cada año. La red campesina cosecha el 60-70 por ciento de cultivos alimentarios con 20-30 por ciento de la tierra arable, utiliza menos del 20 por ciento de los combustibles fósiles y el 30 por ciento del agua destinados al uso agrícola, usa y nutre la biodiversidad y es responsable por la mayor parte del 85 por ciento de los alimentos que se producen dentro de fronteras nacionales. 

Es el proveedor principal, y muchas veces el único, de los alimentos que llegan a los dos mil millones de personas que sufren hambre y desnutrición. A estos datos se suman muchos otros sobre volumen de producción por hectárea, puestos de trabajo, tierra, agua, pesca, bosques, diversidad de semillas y microbiana, polinizadores, investigación agrícola, patentes y monopolios, producción animal e impactos derivados, impactos en salud y ambiente, que muestran realidades parecidas y a menudo desconocidas no sólo para los gobiernos, también para muchos de nosotros. 

El documento, titulado ¿Quién nos alimentará? La cadena industrial o la red campesina, parte de más de un centenar de fuentes, la mayoría de organismos de Naciones Unidas como FAO, PNUMA, PNUD, UNCTAD. El resto es de instituciones académicas o de investigación de la sociedad civil, citando reportes que a su vez están basados en otros cientos de fuentes, como los producidos por Grain y Oxfam. 

Se puede descargar en www.etcgroup.org/es/content/quién-nos-alimentará 

 *Investigadora del Grupo ETC

Cinco desastres naturales en lo que va del siglo



www.interoxio.com 

Terremoto y tsunami en Japón 11 marzo de 2011 
Sacudió gran parte de la costa este de Japón. Tuvo una magnitud de 8.9 grados en la escala abierta de Richter, el mayor en la historia de ese país; cobró la vida de más de 5 mil personas, ocasionando pérdidas multimillonarias. Vino acompañado de un tsunami que destrozó la parte costera de Fukushima. 

El terremoto del Océano Índico de 2004 
Conocido por la comunidad científica como el terremoto de Sumatra-Andamán, fue un terremoto submarino que ocurrió el domingo 26 de diciembre de 2004, con epicentro en la costa del oeste de Sumatra, Indonesia. El terremoto ocasionó una serie de tsunamis devastadores a lo largo de las costas de la mayoría de los países que bordean el Océano Índico, matando una gran cantidad de personas a su paso e inundando comunidades costeras a través de casi todo el sur y sureste de Asia, pero muy especialmente partes de Indonesia, Malasia, Sri Lanka, India, y Tailandia. 

Terremoto en Qinghai, China Registrado en abril del 2010 en esta provincia, vecina al Tíbet. 
Dejó un saldo de más de mil muertos y 10 mil heridos. El sismo destruyó cientos de casas y cortó las comunicaciones en la región. 

Diluvio en Río de Janeiro 
La inundación, ocurrida en abril de 2010, dejó más de 100 víctimas mortales, la mayoría sepultadas por deslizamientos de tierra en favelas construidas en laderas de cerros, habitados por gente pobre. Es la mayor inundación en la historia de Río de Janeiro. 

Terremoto devastador en Haití 
Ocurrió el 12 de enero de 2010 y afectó fundamentalmente a Puerto Príncipe, la capital del país. Sus consecuencias fueron devastadoras: 200 mil muertos; 250 mil heridos y un millón de personas sin hogar. En el país más pobre de América.

¿Qué es un desastre natural?


por Bertha Sola 
Centro Nacional de Prevención de Desastres 

Un desastre es un evento que produce daños a la población, al planeta, la ecología y, sobre todo, a la salud. En un desastre, la población, o parte de ella, sufre un daño severo de manera que la estructura social se desajusta y se impide el cumplimiento de las actividades esenciales de la sociedad afectando el funcionamiento vital de la misma. Los fenómenos naturales se presentan cada año de diferentes formas y aunque algunos impactan en las comunidades más que otros, todos afectan a miles de personas. Por otra parte, cada desastre ocurrido produce efectos perdurables, muchas vidas humanas se pierden; los daños a la propiedad, a los servicios y a la ecología son incontables y el precio lo pagamos todos, sobre todo las personas que viven en zonas de alto riesgo. Los desastres se han clasificado dependiendo del agente perturbador que los origine: Fenómenos geológicos: son en los que intervienen la dinámica y los materiales del interior de la Tierra o de su superficie. Entre ellos están los sismos, el vulcanismo, los tsunamis o maremotos y los movimientos de laderas y suelos. Hidrometeorológicos: como son los ciclones, las inundaciones, granizadas, lluvia, nevadas, sequías. Químicos: Son los provocados por sustancias químicas como las explosiones, intoxicaciones masivas, derramamiento de sustancias contaminantes y dañinas en aguas. Sanitarios: Son los que se ocasionan por la presencia de enfermedades: epidemias, endemias y pandemias. Socio-organizativos: Son los provocados por grandes concentraciones de personas en espectáculos, marchas, mítines, etcétera. El principal problema cuando ocurre un desastre, es que no estamos preparados para enfrentarlos, antes, durante y después del evento: 

Antes, porque las personas no consideran la posibilidad de que algún desastre pueda ocurrir o afectarles, aun después de haber sufrido durante alguno, al poco tiempo nadie parece recordarlo y no se piensa en que el evento podrá repetirse posteriormente. 

Durante, porque en la mayoría de los casos, el miedo y la confusión del momento impiden que se tome la decisión más adecuada para resguardar la vida y la de la familia antes que nada. Después, porque ante el desorden, temor, incertidumbre, desequilibrio y desgaste emocional, las personas pueden tomar decisiones que en lugar de beneficiarlos, afecten más su salud y seguridad y porque ante muchas situaciones las personas necesitarán ayuda médica, psicológica y económica, para poder salir delante de la situación. La preparación ante un evento es mental, para saber qué hacer, y física para tener a la mano lo que se necesite para minimizar el daño.